La plena conciencia es al mismo tiempo un medio y un fin, la semilla y el fruto. Al practicarla para aumentar la concentración, la plena conciencia es una semilla.
En realidad, es la vida de la conciencia: la presencia de la plena conciencia significa la presencia de la vida, por eso la plena conciencia también es el fruto. Este estado nos libera de la falta de atención y de la dispersión mental, y nos permite vivir plenamente cada minuto de la vida. La plena conciencia nos permite estar vivos.
Para ser conscientes debes saber respirar, porque la respiración es una herramienta natural y sumamente eficaz para evitar que la mente se distraiga. La respiración es el puente que concecta la vida a la conciencia, que une tu cuerpo con tus pensamientos. Siempre que tu mente se distraiga, utiliza la respiración para volver a ser consciente de ella.
Inhala con suavidad y lentitud, sabiendo que estás inhalando. Exhala luego todo el aire de tus pulmones, sabiendo que estás exhalando.
THICH NHAT HANH (El milagro de Mindfulness)